Como respuesta a los retos ambientales que afrontamos, han surgido numerosas voces en contra del consumo de carne y de las explotaciones ganaderas, acusadas de su alta huella ecológica, y muy especialmente de ser responsables en buena medida de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). En este artículo se discute sobre cuánto de verdad hay
en estas afirmaciones y en qué medida depende del tipo de ganadería.