La dehesa es un buen ejemplo de sistema agrario de alto valor natural, que a la par que alberga altos niveles de biodiversidad y fija población en el medio rural, produce alimentos con bajas emisiones de carbono, e incluso podría tener fijación neta de carbono.
Las tierras dedicadas al pastoreo ocupan más de dos tercios de las tierras agrícolas. Y aún existe una brecha de conocimiento sobre hasta qué punto el secuestro de carbono tanto en la biomasa vegetal como en la materia orgánica de los suelos, puede compensar las emisiones en sistemas silvopastorales extensivos. El vínculo entre el Cambio Climático y la Ganadería ha convertido a la Huella de Carbono en un indicador mundial para evaluar y comunicar la cantidad de gases de efecto invernadero (GEIs) emitidos por el conjunto de procesos necesarios para la producción de los bienes que consumimos. Para los sistemas de ganadería extensiva que tan estrechamente se ligan a la conservación de multitud de sistemas seminaturales, es fundamental que en el cálculo de la Huella de Carbono se tengan en cuenta no sólo las emisiones derivadas de la ganadería sino también la capacidad de este ecosistema para secuestrar CO2 atmosférico.
Midiendo los stocks de C en los suelos de la dehesa y su tasa de cambio en los últimos 22 años, hemos estimado que estos suelos tienen una capacidad media de secuestro de carbono de unas 0.83 Ton de C/ha/año, capacidad que parece mejorada por la presencia de ganado en las parcelas (Figura 1(a)). Esa cantidad representa una tasa anual de crecimiento de las existencias de C en los suelos de la dehesa cercana al 11‰, muy por encima de lo establecido por la “Iniciativa 4 por mil: Suelos para la seguridad alimentaria y el clima” impulsada en la Conferencia de París sobre el Clima (COP21).
Siguiendo el concepto de “saturación de los suelos”, que establece que los suelos tienen una capacidad máxima para almacenar carbono, encontramos que los suelos de la dehesa inicialmente pobres en materia orgánica suelen tener tasas de secuestro de C mayores que la de suelos inicialmente más ricos en materia orgánica. En la Figura 1(b) se muestra como la modelización de este fenómeno de saturación de C, nos permitió estimar que la capacidad potencial de almacenamiento de C de los suelos de dehesa es próxima a 2.8%, bastante lejos del contenido medio actual que es de un 1.7%. Esta diferencia entre el contenido de actual y el contenido potencial estimado nos indica que la capacidad de la dehesa para capturar y almacenar C en sus suelos puede mantenerse durante muchos años.
Los stocks de biomasa arbórea, tanto aérea como subterránea, y sus tasas de cambio, también se midieron utilizando como fuente de información los Inventarios Forestales Nacionales (IFN). La tasa de secuestro de C en los árboles de la dehesa es de 0.08 Ton of C/ha/año.
El Inventario Nacional de Emisiones de España (MAPAMA, 2017) establece que cuando el uso del suelo se mantiene o no se realizan prácticas específicas de conservación del suelo, el contenido de carbono orgánico en el mismo permanece invariable. Nuestro estudio representa una base para pensar que esto debería de considerarse de otra manera, ya que son raros los ecosistemas cuyos stocks de C están en equilibrio por lo que su conservación puede suponer un interesante sumidero de C que debería de ser inventariado, entre otras cosas, porque eso supondría la puesta en valor del papel de dichos ecosistemas como mitigadores del Cambio Climático.
En síntesis, los principales sumideros de C de la dehesa, suelo y biomasa arbórea, juntos secuestran un promedio de 0.91 Ton de C/ha/año que equivalen a 3.3 Ton de CO2 eq/ha/año. Son muy escasas las publicaciones sobre las emisiones de GEI asociados a los sistemas de ganadería extensiva y, aún más escasas, aquellas que asocien dichas emisiones al uso del territorio. Eldesouky y col. (2018) estudian sistemas ganaderos extensivos ligados a la dehesa, estimando emisiones que oscilan entre 1.06 Ton de CO2 eq/ha*año para producciones de ternera y 1.7 Ton de CO2 eq/ha*año para producciones de ovino de carne.
Podemos concluir, por tanto, que los alimentos derivados de la ganadería extensiva ligada al agroecosistema de dehesa pueden considerarse, al menos a pie de finca, alimentos que mitigan el Cambio Climático.
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Figura 1. (a) Representación del % de C edáfico del suelo en el momento inicial y final del estudio; (b) Representación de la tasa secuestro de C en el suelo respecto al contenido de C inicial en el mismo.
REFERENCIAS
Eldesouky, A., Mesias, F.J., Elghannam, A., Escribano, M., 2018. Can extensification compensate livestock greenhouse gas emissions? A study of the carbon footprint in Spanish agroforestry systems. Journal of Cleaner Production, 200, 28-38 pp.