El saber reflexivo, el pensamiento complejo, el aprendizaje transformador es en cierto modo la base de la educación en agroecología; está enfocado a lograr el capital humano que pueda, desde un pensamiento crítico, desde una imaginación creadora, trabajar colaborativamente generando ideas para transformar la realidad agraria.
Sin embargo antes de enfrentarse a la realidad agraria deberá hacerlo a la realidad educativa. La educación contemporánea es compleja porque la encrucijada en la que está inmersa la vida actual también lo es -la precariedad, la inestabilidad y la vulnerabilidad son las características más extendidas de la vida contemporáneas y por razones obvias la educación debe conocer sus propios códigos, interpretando e integrando a la vez los códigos de este mundo; todo ello intentando superar una de las tensiones más difíciles para el educador, cómo es: enseñar a aprender inmersos en la “supuesta” sociedad del conocimiento y la información.
Si nuestro empeño es la formación en Agroecología, todavía debemos complicar un poco más este escenario, ya que en la mayoría de los casos debemos enseñar a aprender, a desaprender y a reaprender de nuevo en la búsqueda de un aprendizaje significativo, de un conocimiento transformador para el sujeto que aprende y enriquecedor para el contexto histórico, político y sociocultural en el que se desarrolla este proceso ahora y en un futuro.
EDUCAR EN AGROECOLOGÍA EN EL CONTEXTO DE LA EDUCACIÓN SUPERIOR. UNA INVITACIÓN A LA REFLEXIÓN